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3 de noviembre de 2025

El antifascismo como coartada

 Un periodista de El Español fue brutalmente agredido en Pamplona mientras cubría los disturbios por el acto suspendido de Vito Quiles en la Universidad de Navarra. 

 Las imágenes no dejan espacio a la duda, con unos encapuchados que lo persiguen y le golpean hasta dejarle el rostro ensangrentado. No hay contexto que lo justifique. Pero lo más inquietante vino después, con la interpretación política.

 En el nuevo catecismo progresista, los agresores pasan a ser jóvenes antifascistas que defienden la convivencia.

 La víctima, un provocador más. El Partido Socialista de Navarra celebró que gana la convivencia frente al odio y luego publicó un comunicado donde condenaba la violencia, pero apuntaba que no necesitamos en nuestra tierra personas que impulsen el odio.

 En otras palabras, la paliza se reprueba, pero el culpable sigue siendo el agredido. Los hechos muestran otra realidad donde el abertzalismo universitario cumple todos los requisitos del fascismo que dicen combatir.

 Uniformados, violentos, fanatizados y convencidos de tener una misión redentora. Escuadristas con pasamontañas y moral de catecismo laico.

 El antifascismo, convertido en religión civil, otorga bula por ejercer la violencia correcta. Si un periodista de derechas es golpeado, el silencio de la izquierda se vuelve cómplice.

 Quienes repiten que hay que parar los pies al fascismo en las calles lo toman al pie de la letra. Los mismos que se dicen amenazados por la violencia política guardan silencio cuando el agredido no pertenece a su tribu.

 Esa lógica es totalitaria, considera que la mera presencia de un disidente ya es una agresión. De ahí al linchamiento hay un solo paso.

 En los años ochenta se hablaba de chavales de Alsasua cuando se apaleaba a un guardia civil. Hoy se habla de jóvenes antifascistas cuando se apalea a un periodista. 

 Decir que la convivencia gana porque un hombre acaba en el hospital es una obscenidad moral. No hay convivencia cuando unos gritan y otros callan por miedo. No hay antifascismo posible cuando se actúa como un fascista convencido de tener razón.

 La violencia política siempre nace del mismo veneno, el de creer que el otro merece el golpe. El fascismo no tiene ideología. Tiene método. Y lo estamos viendo otra vez, a plena luz del día.

Autor texto: Salvador Cruz Quintana

Autor imagen: A.F. Branco                       ◖Noticia relacionada