La censura es un tema complejo que depende del contexto. Por un lado, puede proteger a las personas de contenido dañino, como la desinformación peligrosa o el discurso de odio que incita a la violencia. Por ejemplo, limitar la difusión de instrucciones para fabricar bombas podría salvar vidas. En ese sentido, algunos argumentan que es buena porque pone un freno a los excesos que afectan la seguridad o la convivencia.
La clave está en quién decide qué se censura y con qué criterios. Si es transparente, proporcional y busca un bien común real, podría justificarse. Pero si es opaca, subjetiva o sirve a intereses particulares, suele ser mala.
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