29 de diciembre de 2010

P88

No siempre es necesario pensar con palabras.
Las palabras con frecuencia me impiden
actuar en forma plenamente intuitiva.

Los temores, la indecisión y la frustración,
se alimentan con palabras.

Sin palabras, generalmente cesan.
Si al tratar de relacionarme con alguien,
especialmente si se trata de un desconocido,
dejo de pensar en palabras
y atiendo a la situación, permaneciendo abierto,
encuentro que actúo más adecuadamente,
de forma más natural u original
y a veces, incluso, con audacia.

Tal vez las palabras sean buenas para rememorar,
pero son limitadas cuando
necesito actuar en presente.