"No me importa lo que piense la gente."
Ésta es una de las frases menos sinceras del idioma.
La digo cuando trato de creer que no me importa
o pretendo que otros lo crean.
La forma que adopta mi preocupación,
por la opinión ajena merece examen.
Al gastar toda la mañana en acicalarme
no pruebo que me interese lo que piensan los demás.
Podría incluso significar que no deseo que piensen
y prefiero controlar su opinión usando trucos:
vistiendo trajes adecuados,
cuidando el largo de mi pelo,
tratando celosamente de mantenerme esbelto.
Si no mantengo continuamente las cortinas corridas
podrían pillarme desprevenido
y pensar lo que quieran de mí.